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HISTORIA

¿Por qué todo el mundo habla de Palmira?

El Gobierno sirio recuperó el control de Palmira casi un año después de que el Estado Islámico la tomara. La ciudad era una de las joyas arqueológicas más importantes del mundo.

29 de marzo de 2016

El teatro permanece intacto. Los terroristas del Daesh fueron indulgentes con esta joya arquitectónica que se convirtió en el escenario macabro de sus ejecuciones y decapitaciones.  

El Arco del Triunfo, de casi 2.000 años de antigüedad, no tuvo la misma suerte.  De él sólo se intuyen sus grandes arcos convertidos ahora en escombros, y en pie sólo se mantienen algunas columnas. El grupo yihadista lo dinamitó con explosivos el pasado octubre porque representaba un “símbolo de idolatría pagana”. El mismo método fue utilizado para reducir a la nada el Templo de Baal, uno de los emblemas históricos de Palmira edificado en el 32 d.C.: los terroristas lo volaron en pedazos.

Fue en mayo de 2015 cuando el Estado Islámico ocupó esta ciudad siria, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1980 y “punto de encuentro de múltiples civilizaciones”. Ahora, tras la retoma por parte del ejército del presidente Bashar al-Asad toca evaluar el daño generado en las ruinas grecorromanas de esta antigua capital del Medio Oriente.

Las primeras referencias de la existencia de Palmira se perfilan en la Biblia, bajo los nombres de Tadmor y Tamar. Pero es en el siglo I a. C. cuando su presencia en la historia universal se hace más evidente al convertirse en una provincia del Imperio Romano, con un gran valor estratégico y comercial para el comercio de mercancías dentro de la denominada ruta de la seda. 

En el año 267, Zenobia, viuda del gobernador Septimio Odenato, declaró la independencia de Palmira de la influencia romana en nombre de su hijo Vabalato. El breve Imperio de Palmira, que se extendió por Siria, el Líbano y llegó hasta Egipto, sólo duró cinco años. Zenobia fue capturada en el 272 y se restableció el orden en la capital. Las revueltas populares se sucedieron desde entonces, con una población disconforme con su estatus de súbditos de Roma.

Palmira fue el escenario de numerosas contiendas entre los romanos y el Imperio sasánida (como se conoce al segundo imperio persa entre los años 226 y 651); los romanos y los musulmanes que, finalmente, lograron hacerse con el control de la ciudad siria en 634; y posteriormente, entre estos últimos y los turcos otomanos, que mantuvieron su dominio del territorio y de todo Siria hasta que fueron expulsados por los ingleses en 1918.

La huella de los enfrentamientos entre sociedades reposan en cada rincón de Palmira desde  el siglo I. Arrasada en el 273, reconstruida por el emperador de Roma Diocleciano, y destruida de nuevo en 1089 por un terremoto, ha sido el Daesh el último en dejar su marca de devastación en este enclave histórico. De acuerdo al director general de Antigüedades y Museos en Siria, Maamoun Abdelkarim, se necesitará mínimo de cinco años de trabajos de restauración para que Palmira vuelva a ser la joya arqueológica que fue antes del paso del grupo terrorista.